El calendario hebreo no es solo una forma de contar el tiempo, sino la base para cumplir mitzvot como las festividades, el año sabático y el
yovel.
Su origen está en la Torá, donde se ordena fijar los meses y asegurar que Pesaj siempre caiga en primavera.
En la época del Sanedrín, los meses se establecían por testigos que veían la luna nueva y por la intercalación de años según las estaciones. En el siglo IV, Hilel II fijó el calendario actual, basado en cálculos precisos del ciclo lunar y un ciclo de 19 años.
La halajá, desde el Talmud hasta los poskim contemporáneos, analiza cada detalle: el molad (nacimiento lunar), Rosh Jodesh, la ibur shaná (año bisiesto) y costumbres como el
Yom Tov Shení.
Figuras como Rambam, Rashi, Rav Saadia Gaón, el
Shulján Aruj y el Mishná Berurá han escrito ampliamente sobre él, y hoy sigue siendo esencial
para la vida judía en todo el mundo.